top of page

Un grupo diferente

  Grupo misionero, GAM, los de la cuevita de pastoral, los misioneros. Muchos nombres para un solo objetivo: salir de nuestra zona de confort para ver las otras realidades y ayudar tanto a otros como a nosotros mismos. Un grupo con gente que cree en que hay un afuera, un después de todas las cosas que ya conocemos.

 

  La misión es una experiencia única, que vale la pena vivir por lo menos una vez. Es abrir los ojos para mirar hacia afuera de nuestra propia burbuja  y poder así observar que hay personas quienes diariamente viven realidades muy diferentes a la nuestra y que con solo una visita podés brindarles un poco de alegría o de esperanza.

 

  La primera misión a la que fui, en 2014, fue en La Pampa, Agustoni. Fuimos quince chicos de cuarto año acompañados por dos o tres mayores. A esta la compartimos con otro cole de Buenos Aires y Mendoza. No hace falta entrar en detalles de lo que viví durante cada uno de esos tres días, con solo decir que volví feliz y renovada a mi casa, basta. Además de hacer nuevos amigos, me di cuenta de lo afortunados que somos por todo lo que tenemos y no vemos. Creo que cada misión hace eso, nos hace valorar un poco más nuestra realidad, nuestra vida.

 

  A lo largo de otras misiones y visitando distintos hogares, tuve la oportunidad de conocer a personas que no solo nos abrieron la puerta sino que nos recibían con un mate, algo casero para comer y con sus historias de vida. Algunas de ellas estaban tristes y otras felices o normales, pero con cada una aprendí algo nuevo y me terminaron dando más de lo que nosotros les podíamos ofrecer.

 

  Aunque solo parezca diversión y charlas, también en las misiones se vivencia una de las partes más importantes y constituyente de estas, la parte “espiritual”. Esa conexión casi imposible de evitar con Él, con Dios. Cada persona, cada historia, cada oración, cada paisaje, risa o juego lleva consigo algo que es mucho más grande que todos nosotros y que se hace sentir. Entre nuestra casa, el cole y la rutina, a veces es difícil acordarnos de quién es Dios o para qué está en nuestra vida. Pero compartir una oración con alguien que por ahí no conocés, puede llenar el alma y la mente, y es un recordatorio de ese quién y para qué. Todo esto no queda solo allá, en ese lugar lejos de casa, sino que vuelve con nosotros y se instala en nuestra vida para permanecer.

 

  Puedo escribir mil palabras de lo que es la misión, pero en ninguna voy a encontrar poder definir ese sentimiento que produce en mí o en cualquiera de las personas que hayan pasado por este grupo. Es algo que solo se entiende cuando se lo vive.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  Al grupo misionero no lo integran solo los que van. Son también parte de él los que lo hacen posible todos los días y los que rezan por el GAM. Los que vamos, creamos un vínculo diferente y propio en cada misión ya que cada grupo es único y diferente. Uno de nuestros lemas es: “me van las palabras, pero más los hechos”, y espero que todos los alumnos del Carmen, desde primero a sexto año, algún día puedan vivir en carne propia esta frase, porque yo sé que no se van a arrepentir.

¡Bien! Mensaje recibido

Contáctenos
Sol Pastorino
bottom of page